MEJORAR EL LENGUAJE VERBAL

“Un discurso sólo puede tener vida profundamente comunicable, cuando sus contenidos consiguen revestirse de la palabra conveniente y del particular encanto de sus sonidos, como reflejos sonoros de las ideas” (Ortega, 1994, 90)

  1. Cualidades del estilo
  2. Consejos para escoger palabras
  3. Consejos para construir frases
  4. Embellezca su expresión. Figuras

Ahora tendremos que repasar cómo escoger palabras, cómo unirlas de manera que resulten imaginativas y atrayentes, incluso habrá que prestar atención a cómo suenan. A todo eso, a cómo hablamos o escribimos, se llama estiloESTILO ES ESE CONJUNTO DE RASGOS QUE LE SINGULARIZA EN SU FORMA DE HABLAR Y ESCRIBIR (o de vestir, o de actuar o de pintar, si nos referimos a otros ámbitos). Tarea principal del orador consiste en construirse un estilo.

Para comenzar, vamos a indicar algunas observaciones y consejos que le servirán para trabajar el estilo que ya tiene, mejorarlo si es el caso o implementarlo, darle brillo y ponerle al servicio de su capacidad oratoria.

No es suficiente saber lo que hay que decir, hay que saber decirlo. Un lenguaje adecuado, hermoso, escogido será doblemente efectivo. Algunas veces nos puede la prevención de hablar de manera agradable para no parecer pedantes o parecernos a esos oradores de retórica hueca y hablar ampuloso. Jamás le aconsejaré hablar así, ni siquiera como hablaban los oradores tan conocidos como Cautelar o Salmerón, excelentes ambos, pero que ya no reflejan la manera actual de dirigirse a un auditorio moderno. Sin embargo, la elegancia y la belleza del lenguaje no está reñida con un hablar moderno y actual.

1.      CUALIDADES DEL ESTILO

 

Los clásicos griegos y romanos nos transmitieron tres esenciales cualidades del estilo, tan válidas hoy como el primer día. “En las palabras se ha de procurar que sean claras…, convenientes… y correctas” (Quintiliano, IV, 36). Son las tres Ces que deben guiar todo discurso.

1.      CORRECTO

 Se trata de seguir las reglas propias del idioma que hablamos.  Las reglas de ortografía y puntuación si es escrito y las reglas de ordenación de las palabras, de su estructura sintáctica.

La norma fundamental del lenguaje es el uso que se hace de las palabras y estructuras y, junto con el uso, la tradición y autoridad de los buenos escritores y oradores. En el lenguaje castellano, la autoridad de la Real Academia ha de tenerse también en cuenta. Pero no olvide que en retórica se persigue la persuasión, no sólo la corrección, es decir, que si ciertos giros o incorrecciones son efectivos…, pues nos valen.

¿Cómo se aprende? Mediante la lectura de buenos escritores y la consulta del diccionario y la gramática. Si usted tiene que hablar, esas serán sus herramientas.

2.      CLARO

Consiste en el uso exacto de las palabras, de manera que se evite la ambigüedad y, con ello, errores de comprensión e interpretación. Tome como norma fundamental esta: Tiene que entenderse todo lo que diga

§  Evite las palabras de relleno, las que no añaden nada nuevo, aquellas desusadas o fuera de contexto.

§  Evite también las frases complicadas y largas. Las frases tienen que ser comprensibles y, si se alargan demasiado, se puede perder con facilidad el hilo de lo que se dice.

§  No se escude en tecnicismos, a no ser que se dirija a una audiencia que domina ese lenguaje.

3.      CONVENIENTE

La conveniencia es una de las claves que debe dominar el orador. Y se aprende mediante la experiencia, la observación y el autoanálisis. Conveniente quiere decir:

AJUSTARSE A TIEMPO, LUGAR Y PERSONAS

       Algo hemos dicho ya de esto y volverá a aparecer en nuestro curso.

¨      Conveniencia interna: Es la relación armónica de las partes del discurso entre sí y del lenguaje empleado con todo lo que le acompaña: gestos, tono de voz, elección de las palabras, sintaxis.

¨      Conveniencia externa: El discurso debe adecuarse:

§  Al orador: la edad, la profesión, la situación social o profesional establecen diferencias entre los lenguajes a emplear. Si habla un perito, se espera de él precisión; si un abogado, lenguaje técnico pero también convencimiento; si lo hace un cura, palabras de aliento, de optimismo.

§  Al lugar en que se pronuncia el discurso, porque no es lo mismo hablar de un asunto parecido en el bar, n una sala de reuniones o en una presentación.

§  Al tiempo previsto de duración. Créame, nunca se pase del tiempo si este ha sido fijado. Lo que usted diga después de ese tiempo trabaja en su contra.

§  A la ocasión: alegre, triste, laboral, crítica, ejecutiva…

§  Al público. Requiere esta circunstancia un estudio previo de su público. Recuerde: usted habla para ellos. En el próximo capítulo lo expondremos con más atención.

§  Al objeto del discurso: ¿qué quiere conseguir usted?: alabar, denigrar, persuadir en una venta, exponer un programa, informar de una situación. Su objetivo le guiará hacia un tipo u otro de lenguaje.

§  Quizá haya oído en otras ocasiones que también es bueno ser breve. En efecto, siempre es mejor no aburrir ni cansar, sino dejar con un buen sabor de boca a sus oyentes. Pero deberá usted juzgar qué es lo breve. Un “sí” en una boda es suficiente discurso; una conferencia suele durar entre sesenta y noventa minutos. Cada caso requiere especial atención.

2.      CONSEJOS PARA ESCOGER PALABRAS

1.      No repetir. Busque palabras sinónimas y antónimas, pronombres, circunloquios. Procure evitar utilizar la misma palabra continuamente.

2.      Cuidado con las muletillas: a nivel de, a raíz de, en base a, como muy, como mínimo, en función de, de cara a, para empezar, te diré, tengo para mí, ya te digo…

3.      Huir de comodines: cosa, elemento, tema, problema, importante, bueno, interesante… Es mejor sustituirlos por términos específicos u otros aproximados.

4.      Preferir palabras concretas a abstractas.

5.      Escoger palabras cortas y sencillas:

Aproximado   mejor que        aproximativo

semejanza       mejor que        concomitancia

distinguir        mejor que        diferenciar

terminar          mejor que        finalizar

6.      Evitar los verbos ser y estar.

7.      Restringir los adverbios terminados en –mente, recargan mucho la prosa.

8.      Prefiera las palabras castellanas a los extranjerismos (especialmente en las nuevas tecnologías).

9.      No recargue las frases con sinónimos. Cada palabra debe añadir algo a lo que dice.

10.  Procure precisión: Por ejemplo, para zapato:

Parte de atrás                         talón

Parte de delante                     puntera

Parte de encima                      empeine

Parte de abajo                        suela

       Si usted dijera la primera columna sin otra explicación, ¿podría alguien  saber a qué se refiere? ¿Y si dijera la segunda?

3.      CONSEJOS PARA CONSTRUIR LAS FRASES

Si hemos dicho que uno de los vértices del discurso es deleitar, debemos procurar que las frases, los periodos en que se integran y el discurso entero guarden armonía. Que haya de todo, pero bien cocinado. La armonía produce gusto al leer y facilita la comprensión. Un discurso bien ordenado fluye con facilidad y llega suavemente al cerebro de quienes nos escuchan.

1.      Las frases excesivamente cortas producen cansancio, no permiten elaborar el pensamiento de manera fluida.

2.      Las frases excesivamente largas provocan confusión e, incluso, pérdida del sentido de lo que se intenta transmitir.

3.      Las oraciones deben guardar orden. El orden canónico es: sujeto, verbo y predicado. La variación tiene que responder a efectos que queramos conseguir, como realzar un concepto terminado: “En mis manos cayó el ladrón”, donde se realza “en mis manos”.

4.      Para mejor ordenar la frase, los sustantivos deben preceder a los adjetivos, luego irán los verbos y después los adverbios. 

5.      Restrinja el uso de la voz pasiva.

6.      Evite las cacofonías, es decir, los sonidos difíciles o malsonantes: “La salsa sazonada se espesaba sola”.

7.      Es mejor sustituir las negaciones por palabras apropiadas: “Podría esperar usted…”, en vez de: “No hable ahora…”

8.      Tenga cuidado con las frases de relleno, que no añaden nada al discurso, cansan y dan pesadez.

9.      Las constantes subordinaciones complican las frases y pueden llegar a hacerlas ininteligibles.

10.  Sea prudente al alterar el orden de la frase, lo que se denomina hipérbaton. No conviene llegar a aquella frase de nuestro clásico: “…en una de fregar cayó caldera”.

4.      EMBELLEZCA SU EXPRESIÓN. FIGURAS

“Nunca se deja separar la utilidad de la verdadera hermosura” (Quintiliano VIII, 3, 11).

Las figuras de estilo tienen como objetivo estimular la imaginación, hacer funcionar la intuición, grabar en la memoria y dotar de belleza y vivacidad su lenguaje. Todo ello influye en la fuerza persuasiva de lo que decimos, porque nos atrae lo bello y lo armónico. Sigamos citando a Quintiliano: “Porque quienes escuchan a gusto, prestan más atención y están dispuestos a creer con más facilidad, se dejan cautivar generalmente por el deleite mismo, alguna vez son arrebatados por la admiración” (Institutio VIII, 3, 5).

Voy a proponerle algunas de estas figuras, de entre las más interesantes y efectivas. Y le recomiendo el excelente tratado académico sobre retórica de Mortara Garavelli, donde se estudian a fondo las figuras. Allí dice: “Sin embargo, (la belleza) puede impregnar las demás virtudes del discurso, ya que la belleza de una expresión es un factor no desdeñable de su corrección y pureza formales” (Mortara, 1991, 129).

1.      Alusión

Modo rotundo y pregnante de hacer algo patente sin decirlo directamente. El oyente intuye la intención y saca consecuencias.

         Allí será su Waterloo. (Se alude a la derrota de Napoleón.)

2.      Antítesis

Confrontación de dos ideas opuestas. Produce antagonismo de ideas que interpela directamente a quien lo escucha, con lo que se consigue que el oyente permanezca activo.

      ¡Qué corta es la dicha, qué larga la espera!

      Yo velo cuando tú duermes,

      Yo lloro cuando tú cantas (Cervantes)

3.      Apóstrofe

El orador se dirige a un ausente o a un ser imaginario. El público lo recibe como comunicación intensa.

        Me dirijo a todos los españoles, a ellos…

      ¡Héroes de mayo!¡Levantad las frentes! (Espronceda)

4.      Comparación

Sirve para establecer relaciones entre realidades distintas. Se consigue mediante las palabras: “como”, “más que…”, “semejante a”:

      Tiene el corazón más  duro que la piedra.

      Más bueno que el pan. (Anuncio de foie gras Apis.)

      Sus labios son como el rubí (Gustavo Adolfo Becker)

5.      Citas

Recurso a la autoridad. Refuerza nuestra argumentación. Hay que tener cuidado de no pasarse en poner muchas citas. Los personajes citados deben ser relevantes:

          En efecto, la pintura, como dijo Picasso…

         Aristóteles dijo que “todos los hombres desean por naturaleza saber…”

6.      Clímax

Repetición con intensidad en aumento. Crea expectación y afán por seguir para subir la escalera mental que se sugiere. Los términos empleados deben aumentar  en fuerza.

Veni, vidi, vici.  (Vine, ví, vencí. Julio César).

                Lo logramos con trabajo, con empeño, con nuestra decidida voluntad.

7.      Ejemplos

Poner ejemplos de situaciones y casos que se puedan relacionar con lo que decimos resulta muy efectivo. Proporciona nuevas perspectivas y da claridad a nuestras palabras, sobre todo si son de una cierta dificultad. Procure que los personajes o las situaciones sean nobles y enaltecedores.

                Nuestro propósito empresarial quiere recordar, de algún  modo, al empeño del gran Alejandro Magno: pocas tropas, bien entrenadas, valientes, con la adecuada guía pueden conquistar imperios…

8.      Énfasis

Mediante esta figura, tratamos de conseguir significar más allá de lo que es habitual:

          ¡Qué partidazo! (No sólo se refiere a que hubo un partido.)                                 

9.      Equívoco

Mediante esta figura damos lugar a interpretaciones no literales.

El burro del cura

10.  Exclamación

Expresa afectos y emociones. Debe ser usada con cuidado, pues enseguida parece falsa, pero resulta inmejorable para realzar el objeto.

¡Qué público tan agradable son ustedes!

O tempora, o mores! (¡O tiempos, oh costumbres!, famosa exclamación de Cicerón)

11.  Hipérbole

Sustitución del término propio y adecuado por otro que rebasa los límites de la verosimilitud.

Pesaba una tonelada.

Érase un hombre a una nariz pegado (Quevedo)

12.  Ironía

Consiste en decir lo contrario a lo que se quiere decir. Resulta muy útil para decir sin decir y se fija de manera viva en la mente de quien la oye. Resulta difícil de replicar. Es preciso evitar que sea oscura o que  resulte ofensiva.

                            Seguro que no llueve (mirando por la ventana mientras llueve a mares).

                            Después de lo visto, no hay duda: somos los peores (después de haber ganado).

13.  Metáfora

La reina de las figuras (técnicamente es un tropo). Se asemeja a una comparación, pero sin los términos comparativos. La metáfora consigue poner ante nuestros ojos, de manera viva y atrayente las realidades cotidianas. Y las usamos constantemente:

Pedro es un león

Cabalga la noche

Nuestras vidas son los ríos (Jorge Manrique)

14.  Pregunta retórica

Oración interrogativa que no espera respuesta, pues la contiene implícitamente e incita a responder en el sentido inducido. Hace pensar, mueve la mente en busca de la respuesta.

¿Acaso quieren que dejemos lo que es nuestro?¿Podemos abandonar lo que tanto trabajo nos costó?

¿Hasta cuándo, Catalina, abusarás de nuestra paciencia! (Cicerón)

Las figuras, los recursos del lenguaje están a nuestra disposición. Podemos seleccionar unos, dejar otros para más tarde, utilizar los que más nos gustan. Ni es obligatorio ni conveniente emplearlos todos. Lo esencial en este embellecimiento del lenguaje estriba en que si lo utilizamos mejor, sus efectos persuasorios serán mayores, y para potenciar ese efecto, tenemos a nuestra disposición el efecto embellecedor y atrayente de las figuras. Puede consultar también Spang 1997, que propone muchos recursos tomados tanto de la literatura como de la publicidad.