7. Escriba: la mano es el cerebro en movimiento.
8. Si quiere hablar bien, escriba mucho, como el agricultor que quiere tener buena cosecha tiene que sembrar mucho.
9. Medite, reflexione, piense sobre lo que va a decir.
7. Escriba: la mano es el cerebro en movimiento.
8. Si quiere hablar bien, escriba mucho, como el agricultor que quiere tener buena cosecha tiene que sembrar mucho.
9. Medite, reflexione, piense sobre lo que va a decir.
4. Hable en público siempre que pueda.
5. Los protagonistas del discurso son los oyentes.
6. Aprenda de sus oyentes: los gestos desfavorables nos enseñan, los amables, animan.
El cuarto paso nos lleva a generar ideas.
¿Por qué escribir? Puede encontrar una idea sin escribir, por supuesto, pero en el flujo continuo de nuestro pensamiento, escribir da forma y precisa lo que queremos hacer. Un pintor no solo imagina, pinta; un atleta no solo planea, corre. Un orador escribe y luego habla.
El tercer paso indaga en lo que sabemos.
Titulamos estas entradas pensamiento/creación porque el pensamiento busca la creatividad, incluso la memoria es creativa.
En las entradas anteriores, propusimos un método para conseguir silencio. Todo esto se enmarca en las operaciones previas a hablar, en la base de lo que ayuda a generar un discurso, y cualquier, otra operación y actividad, consciente y con objetivos. Usted no se para a pensar en cómo tiene que andar, pero tardó un año en hacerlo y algo más en caminar bien…
Veamos un primer paso de cuatro
Se trata de dedicar unos momentos a estar quieto y callado concentrado en el asunto del que tenemos que hablar. Quizá la primera intención sea la de empezar a coleccionar notas o información. Sin embargo, contemplar el problema o la situación o lo que queramos, es el primer paso para conseguir alguna idea interesante.
Ya hemos dado varias entradas sobre el humor. Más allá de que este se consiga de una u otra manera, nunca debe ser chabacano ni desagradable. Todas las cosas que diga un orador lo debe decir de tal manera que siempre queden a salvo su dignidad y honra. La risa es un precio demasiado alto si se consigue a costa de la honorabilidad.
Más que andar a la caza de la anécdota, chistes y ocurrencias, conviene tener en cuenta que la elegancia y el efecto de un discurso no consiste tanto en las expresiones singulares como en el colorido del conjunto.
El estilo cuidado según aconsejen la ocasión y las circunstancias, con las dosis de humor precisas, causan efectos persuasivos ciertos, porque prestamos más atención a lo que nos agrada.
En la anterior entrada vimos cómo conseguir calma mediante la respiración para alcanzar silencio. Pero el silencio no consiste en la ausencia de ruido externo, sino también de sosiego. Para lograrlo, vamos a dar tres pasos más una vez que ya hemos establecido la respiración:
5. Deje fluir lo que vaya apareciendo por su cerebro, no lo dirija, no lo censure: imágenes, sonidos, sensaciones…
6. Concéntrese en un asunto que le interese y deje fluir de nuevo ideas y sensaciones y emociones sobre él.
7. Cuando se note cansado, déjelo.
Fíjese que lo que interesa no reside en las conclusiones que se puedan extrae de ese pensamiento, como ocurre en algunas técnicas de pensamiento creativo, sino de detenerse en el silencio. Pero el silencio no es puramente algo exterior, sino una actitud interior hacia las cosas, que se centra en una escucha atenta de sí mismo y de lo exterior, antes que dejarse llevar por el ruido.
La contemplación de las cosas nos lleva hacia el silencio, desde el exterior al interior. Y desde ahí podremos intentar crear.
Método de silencio
Esto es un primer momento para conseguir estar en silencio. El ritmo continuo de la respiración promueve una sensación de tranquilidad.